26 de junio de 2012

30 Aniversario de la hechura del Stmo. Cristo de la Buena Muerte

Juan Martínez Cerrillo

Con motivo del 30 Aniversario que se cumple este año de la hechura de la imagen del Stmo. Cristo de la Buena Muerte, la Cofradía editaba en su boletín anual "El Madero" el siguiente artículo de Jesús Melgar Aguilar que a continuación transcribimos, porque creemos que es merecedor de ser divulgado al tratarse de historia de nuestra Semana Santa.


"... Podría haceros un recuento de las actas de aquellas reuniones donde se fraguaron los detalles, de los mismos detalles, pero necesitaríamos varias revistas como esta. Sin embargo es justo que os transcriba la diligencia que el Secretario de la Cofradía de aquellos entonces, José Manuel Porras, insertó en el Libro de Actas, por su belleza y porque da pie para poder ofrecer este pequeño artículo, ... , al imaginero que talló la imagen de nuestro Cristo del Buen Morir. Dice así:




«El día 29 de octubre de mil novecientos ochenta, los integrantes de la comisión nombrada en junta del veintidós de Agosto pasado, que figuran al margen*, partieron a las seis de la tarde con rumbo a la "ciudad de los califas".

El objetivo era claro, concreto y ansiado: realizar la primera visita al escultor cordobés Juan Martínez Cerrillo, posible tallista del Cristo de la Buena Muerte.

Sencilla y familiar fue la acogida que nos dispensó el citado tallista. Ante nuestra vista expuso una muestra de sus principales trabajos, acompañándolos de un extenso e ilustrado comentario.  Cabe destacar, de entre ellos, una excelente colección de repujados de cuero, técnica del "cordobán", y pintados posteriormente, de famosas obras de Julio Romero de Torres.  Nos llamó poderosamente la atención sus típicos repujados religiosos; como los "doce apóstoles".

En la rama de la pintura nos manifestó su sentimiento y sensibilidad, como buen cordobés, en sendas colecciones dedicadas a resaltar la belleza limpida, florida y clara de nuestros patios, manifestando hondo pesar por la desaparición de algunas de estas joyas relucientes, cristalinas y doradas, de día; de embrujo aromático y cautivador en la noche, que sucumben aplastadas por el llamado progreso.  La otra, dedicada a la Semana Santa cordobesa.  Crucificados, flagelados y expirantes, vírgenes dolorosas se recortan bajo la tenue y hechizada mirada de un farol, en los rincones más típicos y tradicionales, donde fluye esa saeta sentida, honda, espontánea que llora cada primavera, blancas lágrimas de azahar en la noche cordobesa.

Stmo. Cristo de la Buena Muerte
(Juan Martínez Cerrillo, 1981)
Poco a poco fue invadiéndonos el lenguaje sencillo y repleto de vocación de este hombre de setenta años a medida que nos aproximábamos a la Parroquia de San Andrés.  En ella pudimos admirar y contemplar una pequeña pero gran muestra, al mismo tiempo, de su quehacer como escultor.  Aproximadamente hacia el centro del recinto parroquial, de estatura media, pies desnudos, sucios, ensangrentados y maltratados, manos atadas a la espalda, quebrantadas y de exacta anatomía, nos contempla con expresión dolorosa pero cargada de dulzura, Nuestro Padre Jesús de las Penas.  Muy cerca Nuestra Señora de la Esperanza y, catalogada como si fuera suya también debido a su gran restauración, Nuestro Padre Jesús del Buen Suceso.

Imbuidos, aún más por la ilusión y el arte de este cordobés sencillo, nos enfrascamos en dilucidar lo que sería nuestro Cristo.  Se resaltó que fuese imitación del Cristo de los Cálices, de Martínez Montañés, o del Cristo del Buen Amor, del también Juan de Mesa, y no mera copia, al objeto de que con el paso del tiempo adquiriese más valor.

Juan Martínez Cerrillo expuso su ilusión y deseo en realizar esta obra que, merecidamente, sería el colofón de sus ciento cuarenta y una tallas.  Incluso, si Dios lo permite, saldría de su buril el Cristo de la Buena Muerte para el Día de la Cruz a imagen y semejanza del original del Viernes Santo.

En el capítulo económico, nuevamente fuimos sorprendidos por su abnegación y desinterés.  Le propusimos que se haría una primera entrega sobre unas cincuenta mil pesetas para adquisición de distintos materiales e inicio del trabajo.  Aceptó casi ausente del tema.  El resto se iría haciendo efectivo hasta el final del mismo.  Este se previó para el próximo Día de la Cruz.  Idea común de todos era realizar, sin prisas, una gran obra que perdurase a nosotros.



Ufanos y complacidos por las inefables nuevas de que éramos portavoces para el resto de hermanos de la Cofradía, iniciamos el retorno hacia nuestra Puente, llegando a media noche.

Doy fe, como secretario, de todo lo relatado, firmándolo en la Villa de Puente Genil, a treinta de Octubre de mil novecientos ochenta.»

* Los miembros integradores de la comisión que hiciera posible ese viaje fueron Pedro Rivas Bachot, Agustín Cabello Saldaña (q.e.p.d.), Francisco Berral Cejas, Arturo Reina Montero, Andrés Bojollo Arjona (q.e.p.d.) y José Manuel Porras Torres.

Desde estas líneas gracias a Juan Martínez Cerrillo que hoy descansa junto a su Cristo por su interés, abnegación y generosidad. Gracias a esa comisión por la ilusión con la que acogieron el proyecto. Gracias a la Cofradía de aquél entonces por sembrar de fervor a la Cofradía de hoy."


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