5 de julio de 2012

Conceptos fundamentales de la Semana Santa IV: El nazareno

El nazareno, que oculta sus pecados detrás del anonimato de su antifaz, eleva hacia los cielos sus culpas con ese capirote tan característico, símbolo de la naturaleza pecadora y equívoca del hombre.

Nazareno viene del latín nazarenus, que se corresponde con aquella persona que es oriunda de Nazareth. En el diccionario de la RAE se dice que es aquella persona que va en la procesión de la Semana Santa y que lleva ropa morada mayoritariamente. El nazareno también es un color parecido al púrpura o al morado, y Nazareno, con mayúsculas, es la imagen del Señor portando la cruz al hombro.



Aquí hablaremos del nazareno, de la persona que acompaña a sus titulares y forma parte esencial del cortejo que se dispone cada año a cumplir con la Estación de Penitencia en su Hermandad.

El nazareno forma parte de la belleza de la Semana Santa, con sus ropajes tan cuidados, muy distantes a los primitivos nazarenos flagelantes que surgieron como obra piadosa de arrepentimiento hacia Dios de los pecados de la humanidad, flagelando sus espaldas para purificar su almas y así alejar la peste que asoló Europa en el siglo XVI.

Los nazarenos de nuestro tiempo están más estetificados, perdiendo, como siempre, el valor primigenio que tuvo su inclusión en las procesiones, llegando hoy en día a ser una estampa muy costumbrista y muy turística de nuestra Semana Santa, llegando incluso, en algunas cofradías, a verse hermanos nazarenos sin su antifaz; ya lo dijo Luís Martínez Kleiser, aludiendo a la cofradía de la Macarena , diciendo: “Ved esos nazarenos originales; su túnica es rica y vistosa; ostentan los colores de la Virgen ; muchos traen levantados el antifaz”. (La Semana Santa de Sevilla, 1924).

Existen los nazarenos de capa y los de cola, encasillados sin motivo en dos tendencias en la Semana Santa; los de capa son de barrio y más alegres y los de cola son céntricos y más serios, pero en verdad hay nazarenos de capa serios y nazarenos de cola no tan serios, y me refiero a serio como la seriedad de la disposición del cuerpo de nazarenos en la calle y la uniformidad de actitudes y aptitudes en la cofradía.

El antifaz y la túnica son la base del ropaje de los nazarenos y sobre ellos se intercalan, según cada cofradía, el cíngulo, el cinturón de esparto, los zapatos, las sandalias, la cola o la capa. El tamaño del capirote también depende de cada cofradía, pues los que visten de ruán negro son más largos que los que visten de capa.

Los nazarenos forman parte mayoritaria de la procesión de cada cofradía en la calle llevando -la gran parte- cirios de diversos colores, desde el blanco al negro pasando por el morado, verde, rojo, tiniebla, etc.

Los nazarenos llenan de romanticismo la fiesta primaveral de la Pasión de Cristo en cada sitio que ocupan, en cada calle y en cada recoleto rincón, fundiendo el olor de la cera líquida con el azahar.

Si la imagen es la parte matriz de la Semana Santa, el nazareno lo es igualmente en las cofradías, pues el nazareno seguro que es lo más conocido y asociado a ella.  Por ello es uno de los conceptos esenciales y universales de la Semana Santa.

Javier Ramos Sáez

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